sábado, 13 de febrero de 2010

maldita sea.


Otro maldito catorce más. Otro día de febrero que enfermas de sudor y vacíos. Ahora apartas un poco tus típicos pensamientos de todos los días, como creer imposible saber todo lo que sabe una persona adulta, esas que parecen un diccionario online, e intentas aprenderte la enciclopedia de la a a la x, por que la y y la z ya están fuera de tus posibilidades. Ahora no, ahora dejas de creerte imparable, de intentar lo imposible y de recorrer con tus zapatos marrones de massimo dutti los jardines más bonitos del mundo mientras clavas en alguien los pedazos de sonrisas que aún te quedan. Es que hoy no es el mejor día para salir a la calle. Porque te vas a deprimir viendo a tantas sombras unidas en un punto y tantas manos entrelazadas. Que no, que hoy no es tu día, y menos sabiendo que podría serlo y no lo es. Y te quedas en casa mirando un reloj que encima es de color rojo pasión, como los corazones de la colcha de tu cama. Los odias, y quieres romper cada trocito de tu camiseta, donde se lee all you need is love, maldita la hora que la compraste. Tienes miedo.
Ahora recoges tus lágrimas y las guardas para cuando ya no te queden, y guardas en la misma cajita cada trozo de los días grises que hicieron que lloviera tanto.
Recuerdame que te cuente la historia de amor más bonita y más triste del mundo. Me lo apuntaré en un post-it.

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granitos de arena que se cuelan entre las sábanas