Ya no me sale pensarte ni querer hacerlo. Ni siquiera alentar las fotos que guardo en la caja de los "veranos", ni esa camiseta que me regalaste. Ni tampoco pensar que todo acabó bien, y que te tendré para siempre.
No me sale creerme que no éramos inseparables, pero es obvio que hoy no me sale nada. Ni tampoco mi diminuto cerebro, que ahora se encogió de no poder pensar, quiere ya que piense más.
Fuimos tan distintos, que ya no sé como te conocí, ni cómo moríamos cada noche después de esparcir mil risas en tu habitación. Ni cómo empecé a amar la fotografía, ni a escribir canciones tristes. Nos separamos un día de diciembre, y quién sabe porqué. Ahora es difícil hacerle ver a cualquiera de mis extremidades que tú tuviste algo que ver en mi respiración algún día. Es difícil hacerles ver que eras tú quien movía mi esqueleto y a veces jugaba a las marionetas.
No sé dónde esta la persona que conocí, ni sé dónde estás tú.
No sé nada. Y tú dices que tampoco sabes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
granitos de arena que se cuelan entre las sábanas