domingo, 26 de julio de 2009

Bizcocho y paparajotes.


Pasé el fin de semana en casa de la abuela. Y ya sabes cómo es, que le gusta agradar a todo el mundo, como a todas las abuelas supongo. Pero mi abuela hace un bizcocho tan rico, que no creo que exista una abuela en el mundo que lo haga tan bien.
Pero este fin de semana no hizo bizcocho, quizá sería por que le rondaba algo en la cabeza. Aunque yo tampoco pude reprocharselo, porque también tenía algo en lo que pensar. Sí, quizá me digas, como siempre, "tú pensando, qué raro", lo cierto esque pensé poco en lo que verdaderamente debería pensar, o aquello en lo que la gente cree que estoy pensando. Pero no es así, y aunque no sé qué día ni a qué hora, dejé de preocuparme tanto por las cosas que me aontecían desde aquel momento. Y me dí cuenta de lo que me pasaba por que no siento, no lloro, no pienso, ni siquiera me planteo el futuro.
Soy extraña para cualquier parte de mi, y reconozco que ser otra es distinto, pero emocionante. Ahora no sé como me tomaré las cosas, pero estoy segura que con una sonrisa, y quizá te diría con certeza que pienso más en cosas del pasado que aún me planteo. Es cierto lo que decían por ahí, que el verano cambia tu vida, eh.
Como te iba diciendo, no comimos bizcocho de la abuela, pero también hace muy ricos los paparajotes.

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granitos de arena que se cuelan entre las sábanas