Vuelvo a escribirte, lo siento. Aún no sé ni quién eres y te imagino saliendo del trabajo marcando mi número de teléfono. Te escribo porque sé que no podrías oírme nunca. Las veces que te sentarías en los pies de mi cama serían incontables. A veces te recuerdo sin conocerte, y me arrepiento de no saber dónde estás.
Hoy he vuelto a escribirte, cosa que me prohibí hace mucho tiempo. Pero lo hago en silencio y no sé como explicarlo. Si quieres oblígame a que deje de hacerlo. Aunque sería demasiado tarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
granitos de arena que se cuelan entre las sábanas