domingo, 4 de marzo de 2012

Y mi casa todavía huele a palomitas quemadas

¿Porqué embriagarme con perfumes si puedo tenerte aquí?
Como el césped debajo de tus pies. Y el olor a piscina. A capuccino. Ya no huelo ni a palomitas quemadas, ni a césped, ni a piscina. Y tú sabes porqué.

Por eso seguiré dejando palomitas horas y horas en el microondas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

granitos de arena que se cuelan entre las sábanas