domingo, 9 de agosto de 2009

Cartas que nunca llegan.


Llegué a mi portal, y mientras sacaba las llaves volvía a releer aquella carta. Iba subiendo las escaleras y no podía apartar la mirada de ella. Al fin aterricé, después de varios tropezones, en el quinto piso del edificio Cecilias y llamé a la puerta porque no podía dejar de leer. Acostada en la cama, terminé de aquello y aparté la vista. Dejé de mirarla, la guardé en el cajón de mi escritorio y me asomé a la ventana. El aire movía los cristales, y era verano, pero se avecinaba tormenta.

"Ya no tengo muchas cosas en qué pensar desde que te fuiste. Y mira que siempre fui la persona que no dejaba de plantearse mil pensamientos. Ahora tengo un ratito para pensar en lo idiota que he sido, y otro para pensar dónde estarás y si estarás bien y con quién. Cada vez que paso por la Calle recuerdo toda una historia. Y no hace falta decir el nombre de la calle, ni lo que me viene a la mente. Ahora quizá estaríamos acostados en el césped y sin nada que decir, porque nada sería importante en ese momento y tú mirarías al cielo e inventarías ocho mil maneras de hacerme apartar la vista de ti, y miraría yo también al cielo, y discutiríamos sobre que forma tendrían las nubes y tú insistirías en que eran peces y yo te daría la razón y me reiría de ti. O nos podrían encontrar en la playa mojándonos los pies porque a ti no te gusta llenarte de arena, y dando paseos por la orilla cogiendo c
onchas y cantando canciones de aquellos días. A lo mejor y si fuera más entrada la noche podríamos estar en el pub que hay cerca de mi casa, probando cada noche uno de esos cócteles que acababan con nosotros y que creo que llegamos a probarlos todos durante todos esos días. O simplemente sentados en un banco e inventando una vida que decíamos que íbamos a crear, y que prometimos que cumpliríamos pasados dos años, cuando tú vinieras a estudiar aquí y pudiéramos estar solos.
Y bueno es cierto que las cosas cambian y que a veces no nos damos cuenta de lo que llegamos a hacer, y de lo que nos
llevamos por delante con nuestros sueños. Y que a veces los sueños no están muy lejos de nosotros. Pero desgraciadamente nos damos cuenta de eso muchísimo después y nos arrepentimos de todo. Y cuando pasamos por todos los sitios por los cuales se escribieron historias en el viento sonreímos y queremos vivirlos otra vez. Pero ahora ya no es posible, por que tú no estás, y yo no puedo encontrarte.
Quizá el viento pueda llevarte lo que te escribo, ya que en él se dibujaron las historias que tú y yo vivíamos. Espero que te encuentre."


No hay comentarios:

Publicar un comentario

granitos de arena que se cuelan entre las sábanas