lunes, 8 de febrero de 2010

Fui a la calle Atocha


Fui allí donde se disolvían los misterios, donde ella te pensaba incesantemente. Donde se enamoraba mal y tarde. Volví al lugar de los encuentros, de los desastres, de las vidas cruzadas que sin querer salpican, de los baúles llenos de verano, donde guardaba postales debajo de discos antiguos. Volví con la mirada clavada en su calle, Atocha, buscándola en cada rincón, creyéndola encontrar en algún surco de la acera, clavando los huesos al asfalto, arrodillada bajo mi gran ciudad.
Pero me equivoco tantas veces... Yo que me la imaginaba ahí sentada, acurrucando sus piernas frente a su pecho, esperando mi visita, inoportuna quizá, esperé durante horas creyendo que sólo era un retraso. Dieron las doce y la una, incluso. Sentía el hielo corriendo por mi médula que entraba desde la punta del pie, por un carcomido calcetín rojo.
Me prometió que volvería alguna noche de invierno como aquella, que volvería a dejar marcados sus pies en aquella baldosa verde, y que escribiría bajo ella sus memorias, escondidas allí, en aquel lugar tan mágico, donde algún día llegamos a perdernos y aprendimos a cambiar y a dibujar caminos difíciles con tizas de color amarillo.
Volví a casa con ganas de pillar una cama calentita y alguien con quién compartirla. Pero ella seguía ocupando todos mis pensamientos. La había perdido, ¿dónde podría encontrarla?
Fuera como fuese, dormí tranquila pensando que estaría fuera de allí, envuelta en alguna que otra aventura, como día tras día nos veíamos sumergidas las dos. Así que cerré fuertemente los ojos, visualicé su imagen, con aquel abrigo de cuadros y sus zapatos rojos, sentada en el bordillo de cualquier lugar, esperando a nadie. Y sonreí al ver que estaría bien, siempre estaría con ella.

1 comentario:

  1. La verdad es que cuando estabas esperandome por allí , estaba , eso sí, escondida,
    me dió verguenza que después de tanto tiempo me volvieras a ver donde siempre y como bien dijiste si la vas a buscar ya no la encontrarás.Pero creeme atascada en el reverso de la calle atocha ella siempre está.
    Habría sido un placer poder haber compartido esas calles contigo, y sé que algún día lo haremos.Prometelo y que sea pronto.

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granitos de arena que se cuelan entre las sábanas