martes, 26 de julio de 2011

noches de insomnio I

A veces padezco de insomnio omnipotente. De rutina incontrolada. Angustia, diría yo. A veces pienso que hay tantas cosas en este mundo que me importan más de lo que deberían. Que sería patético que tú te las plantearas. Precisamente tú. Que odias todas esas cosas que no han existido nunca.
Es en una de estas noches en las que te atrapa el insomnio, la rutina y la angustia de cargar con tantas cosas, que piensas, por pensar en algo más, en qué hubiera pasado sí… Si hubiera ido a este sitio, si hubiera vivido en este otro, si me hubiera bajado en esta parada… Qué hubiera pasado si supieras más de mi, si hubiera conseguido hacerte una canción, si hubiera cogido otro tren. Y es de estas veces en las que se te hace una mueca en la cara. Se te hincha el corazón. Y al segundo se te deshincha como un maldito globo de feria, haciendo un ruido sordo y esparciéndose en la habitación.
He pensado tantas veces en marcar tu teléfono y sin darte explicaciones darte todas las explicaciones del mundo. Contarte mi vida hasta quedarme sin aire. Que de vez en cuando vea tu sonrisita ahogarse a través de la línea telefónica. Que me interrumpas para consolarme. Que lo sepas todo de mi. Las veces que he querido a alguien. Las personas importantes en mi vida. Los lugares donde sería feliz. Las veces que me he sentido tan sola, dolida, hecha una mierda. Cuándo he querido largarme para no volver… Una vida es demasiado para contarla en una sesión telefónica. Por eso cuando te conocí opté por no hablarte de mí. Porque quizá sería la historia más extraña e increíble que escucharas en tu vida.
A día de hoy sigo sin conformarme con que tú estés tan lejos de mi mente. Creo que el día en el que nos inhibimos se creó algo tan tabicado que no pudimos romper en la vida. Tú por no hablar de ella y yo por no hablar de nada más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

granitos de arena que se cuelan entre las sábanas